'¡Voy a ser Miss Universo!', afirma Catalina Robayo

"No voy a echar el carretazo de madre Teresa de Calcuta. Soy una convencida de que en un concurso como Miss Universo, belleza e inteligencia son una combinación fulminante", así habla Catalina Robayo, la mujer que tiene la responsabilidad de representar al país en Miss Universo.

Precisamente por eso, por la experiencia que le da haberse ganado la corona en medio de una gigantesca polémica en Cartagena, capoteando preguntas incómodas de la prensa después de su triunfo, y por haberse paseado por medio país demostrando por qué el jurado decidió entregarle el título de la mujer más linda de Colombia, es que Catalina sabe que les lleva la delantera a muchas de las 88 concursantes que este año llegaron a Brasil para quedarse con el gran título que entrega la organización de Donald Trump.

Miss Universo es más que un reinado de belleza, tal como lo conocemos en Colombia, y eso lo tiene muy claro la vallecaucana: "Todo el mundo tiene derecho a pensar y a concursar como quiere. Pero en mi vida no está la frase de 'voy a competir por la experiencia'. Para la experiencia me quedo en mi casa y veo el concurso por TV. Voy a competir, y voy a ganar, si no, pues no compito".

Su primera estrategia es muy clara: quiere llamar la atención del jurado por el respaldo que le da el trabajo social del Concurso Nacional de Belleza. Espera tener la posibilidad de mostrar los resultados de la organización de Raimundo Angulo por varias regiones del país.

"Tengo bagaje y tengo discurso para contar lo que hacemos en Colombia; para demostrar que más allá de mi cuerpo o de mi cara he recorrido un país acompañando el trabajo de miles de personas. Eso me permite pedir pista, pues puedo ser vocera de la causa de Miss Universo que es la lucha contra el sida".

Escuchando a Catalina Robayo es fácil darse cuenta de por qué, a pesar de no ser la gran favorita en Cartagena (reinólogos y medios de comunicación apostaban por la Señorita Huila), logró quedarse con la corona.

Muy lejos se encuentra esta mujer de la imagen de la reina ingenua, ligera de conocimientos, que se convertía en el plato preferido de los periodistas y en fuente inagotable de chistes por sus salidas en falso.

Eso también lo sintieron los periodistas que, armados con todos los argumentos posibles un día después de la coronación como Señorita Colombia, querían casi pedirle que devolviera un título que supuestamente no merecía: "Nunca dudé que podía ganar. Siempre estuve tan segura que era muy fresca. La gente decía 'pero no figuras', y yo pensaba 'para qué', yo sabía lo que me estaba jugando y a quién se lo tenía que vender. Cuando pasó el reinado, al día siguiente, dije: 'Esta es la reina que tienen, gústele a quien le guste'.

Y poco a poco el país se acostumbró a su reina. "Sentí que esa página se volteó cuando se olvidaron de Cartagena y empezaron a ver a la Señorita Colombia de manera individual, a la reina que les estaba vendiendo lo que querían escuchar, en últimas a la reina que tenían ¡de malas! O me daban palo el resto de la vida por cosas que eran inventadas o realmente veían la objetividad del asunto. Claro, una reina de belleza tiene que ser bella, si no lo fuera jamás llegaría a competir en Cartagena. Y segundo, hay cosas que cautivan más y que venden más, así suene a la frase cliché".

Los periodistas que antes la señalaban, comenzaron a buscarla pues encontraban en la nueva soberana a una mujer con argumentos; capaz incluso de hablar de temas en los que normalmente las reinas prefieren no inmiscuirse. "Yo sí hablo de política", así responde cuando le preguntan por las limitaciones que impone el concurso. "Tengo opiniones personales que no guardo, por eso insisto en que la corrupción es el peor problema que tenemos en el país".

Esa es una señal que muchos han interpretado como un guiño de la soberana para incursionar después del reinado en la materia, aunque ella insiste en negarlo. Sin embargo, sus pronunciamientos le dieron vuelo para que el país se acostumbrara a una Miss Colombia sin pelos en la lengua, incapaz de titubear ante la pregunta más incómoda.

Esa misma seguridad fue la que se llevó en su maleta para Sao Paulo, la ciudad donde será el lunes 12 de septiembre la elección de la nueva Miss Universo, aunque también incluyó un nuevo término entre sus estrategias: "Sordera. Me voy sorda a lo que digan de mí. Cuando uno empieza a escuchar a tanta gente pierde el rumbo. Tengo que estar concentrada. En el momento en que empiece a descuidar mi concentración por ver que la otra es más alta, o por ver que la otra es más fea que tú, pierdes.

Las demás cosas ya las tiene claras: Aprendió portugués básico, se memorizó uno que otro paso de samba (aunque siempre termina mezclándolo con salsa) y supo que su primera gran prueba sería el día de la entrevista con el jurado, ni antes ni después. Lo que haya conseguido ese día lo sabrá la noche de coronación, cuando anuncien a las 16 semifinalistas (son en total 89 las concursantes de este año).

Sin embargo, hay una opción que no descarta, pues también espera que el país la acompañe con sus votos, ya que la organización determinó que una de las 16 será escogida por votación popular en Internet.

En el cuarto del hotel Hilton en Sao Paulo (que comparte con la candidata de Puerto Rico), están colgados los diez vestidos de diseñadores colombianos que escogió para la final. Ahí también está el traje color naranja que lucirá durante la noche de coronación. Un vestido que puede ser protagonista si la estrategia de Catalina Robayo, la reina de los colombianos, logra su cometido.

Via: El Tiempo